
El SARS-CoV-2 a través de su proteína S se
fija al receptor de la enzima convertidora de
angiotensina 2 (ECA-2) para invadir las
células y replicarse. El receptor de la ECA-2
también se expresaría en el sistema
nervioso central (neuronas, glía y
endotelio). Actualmente, se desconoce si
los accidentes cerebrovasculares (ACV)
relacionados al SARS-CoV-2 se deba a un
efecto directo del virus o indirecto,
relacionado con el efecto pro-trombótico
de la respuesta inflamatoria, tal como se ha
descrito en otras infecciones por virus y
bacterias. (8)
Durante el brote de SARS-CoV en el 2002-
2003, también se describieron síntomas
neurológicos, aunque la frecuencia
reportada fue baja y principalmente en
casos aislados. Sin embargo, durante el
curso de los pacientes hospitalizados con
infección por SARS-CoV-2, más de un tercio
de ellos desarrollaron manifestaciones
neurológicas, que pueden dividirse en dos
grupos: a) afectación del sistema nervioso
central, tales como: mareos, dolor de
cabeza, alteración de la conciencia, ataxia,
enfermedad cerebrovascular aguda,
convulsiones; b) afectación del sistema
nervioso periférico: alteración del gusto,
alteración del olfato, alteración de la visión,
dolor neuropático y lesiones del músculo
esquelético. La mayoría de estos síntomas
son más frecuentes en pacientes
gravemente afectados, y el accidente
cerebrovascular puede estar presente en el
6-23 % de ellos. (9)
Las manifestaciones neurológicas más
frecuentes recogidas hasta la fecha son:
síndrome confusional o encefalopatía leve-
moderada (28,3%), ictus (22,8%),
anosmia/hiposmia (19,6%) y cefaleas
(14,1%), según los datos obtenidos en el
Registro COVID-19 de la SEN, aún en
elaboración. Los neurólogos españoles
también han atendido casos de
encefalopatía grave o coma, crisis
epilépticas, encefalitis,
polirradiculoneuropatías, parálisis facial y
parálisis de nervios oculomotores. (10)
Una cantidad considerable de evidencia
indica que especialmente la infección
relacionada con las vías respiratorias es un
factor de riesgo independiente para la
enfermedad cerebrovascular aguda. Se ha
informado ampliamente que la infección
por COVID-19, especialmente el SARS-CoV-
2, causa síndromes de tormenta de
citoquinas, que pueden ser uno de los
factores que causan la enfermedad
cerebrovascular aguda. (11)
Lo que se conoce como la oclusión arterial
de gran vaso se ha asociado en alto
porcentaje a infección por coronavirus,
sobre todo en pacientes jóvenes, entre 40 y
50 años, incluso sin enfermedades basales
previas. Esto es porque la infección genera
una respuesta inflamatoria de todo el
organismo, que afectan el pulmón y
distintos órganos y que a su vez generan
una activación de la cascada de la
coagulación. Todo esto ha generado que se
hayan descrito casos de trombosis, no sólo
cerebrales, sino trombosis venosas
profundas, tromboembolismos
pulmonares. Entre el 2,5 y el 5% de los
pacientes con COVID-19 tienen algún
elemento de trombosis en algún órgano de
su cuerpo. Eso incluso ha llevado a plantear
el uso de anticoagulantes y esa es una de las
líneas de investigación que se está
desarrollando. (12)
SARS-CoV-2 induce disfunción y falla en el
intercambio alveolar de gases y produce en
forma secundaria hipoxia en el SNC por
aumento en el metabolismo anaeróbico en
las mitocondrias de células cerebrales, con
presencia de vasodilatación, edema, edema
intersticial, obstrucción del flujo sanguíneo